Se quedó sin palabras la palabra, sus signos vitales se perdieron, la palabra murió.
Muchas veces las palabras mueren con la vida, con el amor, pues cuando se entrega el pecho al viento o a otro pecho, las palabras sobran, y tu aliento se llena de vida, se llena de amor.
Muchas veces las caras hinchadas en tonos rojos, naranjas y rosas, brillosas por el sudor de lo grotesco, desaparecen al igual que los ojos saltones tras la negación de su existencia, pero no muchos saben decirle a los gortescos que no existen, que no valen, por eso siguen existiendo.
Muchas veces no podemos caminar hacia la pobreza y decirle que está coja, mirar a los ojos a la guerra y decirle que está ciega, tomar en los brazos a la angustia y decirle que está sola, hablar hasta quedar sin palabras pues la vida y el amor nos han dejado a la deriva del grito, nos han hecho callar ante lo desaparecido.
domingo, 20 de septiembre de 2009
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