domingo, 27 de septiembre de 2009

no andaba muerta...

no se nada de ti...
No se nada, ni el olor de tu aliento, ni tu color de ojos, ni tu número de calzado, ni la textura de tu cabello, no se nada.
Por años te dedicaste a hacerme saber que eras mi musa sin querer, mi accidental musa que añorabas ser.
Te creaste dentro de mi pecho alimentándote de él, te inventaste una historia en mis labios para que al terminar el día te permitiese ahogarte en mi garganta y fallecer en mi cuello.
Por años te apoderaste de mi mente, de mis dedos, de mi pluma, de mi voz y mi mirada, sobre todo, poseíste mi mirada, ésta, sólo te pertenecía a ti, hasta que tu cuerpo murió y el espíritu de mi amada musa se despabiló de tu cuerpo y se esparció por el mundo, se volvió fugitivo de tu cuerpo y rebelde con chamarra de cuero; un vagabundo cualquiera.

**************

No puedo declararte desconocido, pero puedo declararte misterio...
Me detengo señora; entre milonga, ochos y ganchos en las piernas de la derrota con el dramático tango. Y es que pensando en ti, no me queda más que detenerme a distraer la mirada; no quiero mirar la nada y con la nada recordarte, no quiero mirar tu cara y darme cuenta que te has ido y que nunca llegaste, no quiero ver tu semblante estúpido de paradoja con patas.
Cariño: ¡has hecho lo imposible!, te has creado intacto con manos bruscas, sobre el barro profanado de la jarrita de agua de la abuela, te has quedado en mi historia pero has pasado de largo en mi corazón.
Me has mencionado irresistible y fascinante sin saber siquiera que me falta un diente.
Me has besado entregándolo todo y no te has acercado ni a un centímetro de mi nariz.
Me has perseguido corriendo hacia adelante estando yo detrás mirándote correr de tu realidad.
Te has interpretado indefinible, te conozco por indescifrable, te declaro entonces misterio, misterio sin inicio, sin orden, sin fin, sin mis ganas.

**************

La noche de a pocos se ha apoderado de mi cielo, se ha apoderado de tu cielo, se ha apoderado de todo.
La noche de a pocos se ha vuelto la hartante borrosidad que no logro quitar de mis ojos, la inmensa pelusa que se enmaraño en mis pestañas cuando la primer estrella de la noche se deshilacho y cayó sobre mí empezando así, la presuntuosa fiesta de obscuridad.
La noche de a pocos se apodera de mis codos, los posee y los lleva al cielo, a su eternidad en insomnio, a su frialdad de casi invierno.
La noche de a pocos se ha apoderado de mis ganas, de mi aliento calmado, de mi paciencia. Y es así que mientras la luna se adueña de mi demencia este mundo aprovecha adueñarse de mis pasos.
La luna de a pocos se torna otra vez importante y alebresta al mundo; las ansias de vivir, las ansias de morir, el destino y la desgracia nos colman la paciencia; un hilo de oro nos jala a la vida, a la muerte, al destino, a la desgracia, nos trae al siniestro hombre, al hombre que juega a ser hombre en manos del hombre.... y todo en una sola noche.

No hay comentarios: