jueves, 24 de diciembre de 2009

avioletados ni siquiera es palabra


Ha sido un largo rato desde que te vi sentada en el tocador...
Te miro la espalda; te miraría el alma si tuvieras, y si tuviera.

¿Por qué te dedicas a pintarte los ojos?, te preguntaría; para obtener una respuesta igual de ambigua como tus labios si tuvieras, y si tuviera.

Siempre me he preguntado ¿por qué las modas vuelven?; has tomado un aire londinense en los años 20's, y yo, yo he tomado el mismo aire de siempre.

También yo ayer me pintaba los ojos como todos los días, hoy quisiera hacer lo mismo, pero me estorba tu torso clavado en la silla, te arrancaría de ahí con fuerza si tuviera; si tan sólo la tuviera.

La mañana se ha tardado mucho en llegar, se le hizo tarde y llamó para avisarme su ausencia inoportuna, y en la penumbra de una veladora, sé que orarías por tu penar si tuvieras, yo sí tengo.

Me aletargas, me ausentas, me alucinas, esa maldita curva de tu espalda me mata, te has hecho una con mi silla, respiras, sé que respiras como si tuvieras vida, yo.... yo no sé si tengo.

Beberé algo mientras te espero, no hay whiskey, ni siquiera me gusta, por eso tomaría agua si tuviera, creo que ya no tengo.

Es inútil describir lo que pasa en esta habitación, tu espalda, tus ojos avioletados, tus pestañas igual de dementes que la curva de tu cuerpo, tu línea sutil de seda por cabello; describiría tu alma si tuvieras, si tuviera.

jueves, 1 de octubre de 2009

Mientras uno transparente, otro opaco.
Mientras
uno mitad, otro completo.
Mientras uno simple,
otro complejo.
Mientras uno espera, otro corre.
Mientras
uno uno, otro dos.
Mientras uno más, otro menos.
Las relaciones del hombre siempre van en
desventaja, mientras uno pasa la luz verde, otro se queda estancado con una maldición en la boca y un alto en la calle más transitada.
Siempre la "unidad bio-psico-social trascendente" termina por llamarse animal jadeante y babeando por
obtenerlo todo a costa de todo, sin pagar nada.
El
sueño del hombre, nunca es alcanzar la virtud, encontrar la verdad, actuar con bondad; siempre ha sido: poseerlo todo…
Mientras uno posee, otro padece.


domingo, 27 de septiembre de 2009

no andaba muerta...

no se nada de ti...
No se nada, ni el olor de tu aliento, ni tu color de ojos, ni tu número de calzado, ni la textura de tu cabello, no se nada.
Por años te dedicaste a hacerme saber que eras mi musa sin querer, mi accidental musa que añorabas ser.
Te creaste dentro de mi pecho alimentándote de él, te inventaste una historia en mis labios para que al terminar el día te permitiese ahogarte en mi garganta y fallecer en mi cuello.
Por años te apoderaste de mi mente, de mis dedos, de mi pluma, de mi voz y mi mirada, sobre todo, poseíste mi mirada, ésta, sólo te pertenecía a ti, hasta que tu cuerpo murió y el espíritu de mi amada musa se despabiló de tu cuerpo y se esparció por el mundo, se volvió fugitivo de tu cuerpo y rebelde con chamarra de cuero; un vagabundo cualquiera.

**************

No puedo declararte desconocido, pero puedo declararte misterio...
Me detengo señora; entre milonga, ochos y ganchos en las piernas de la derrota con el dramático tango. Y es que pensando en ti, no me queda más que detenerme a distraer la mirada; no quiero mirar la nada y con la nada recordarte, no quiero mirar tu cara y darme cuenta que te has ido y que nunca llegaste, no quiero ver tu semblante estúpido de paradoja con patas.
Cariño: ¡has hecho lo imposible!, te has creado intacto con manos bruscas, sobre el barro profanado de la jarrita de agua de la abuela, te has quedado en mi historia pero has pasado de largo en mi corazón.
Me has mencionado irresistible y fascinante sin saber siquiera que me falta un diente.
Me has besado entregándolo todo y no te has acercado ni a un centímetro de mi nariz.
Me has perseguido corriendo hacia adelante estando yo detrás mirándote correr de tu realidad.
Te has interpretado indefinible, te conozco por indescifrable, te declaro entonces misterio, misterio sin inicio, sin orden, sin fin, sin mis ganas.

**************

La noche de a pocos se ha apoderado de mi cielo, se ha apoderado de tu cielo, se ha apoderado de todo.
La noche de a pocos se ha vuelto la hartante borrosidad que no logro quitar de mis ojos, la inmensa pelusa que se enmaraño en mis pestañas cuando la primer estrella de la noche se deshilacho y cayó sobre mí empezando así, la presuntuosa fiesta de obscuridad.
La noche de a pocos se apodera de mis codos, los posee y los lleva al cielo, a su eternidad en insomnio, a su frialdad de casi invierno.
La noche de a pocos se ha apoderado de mis ganas, de mi aliento calmado, de mi paciencia. Y es así que mientras la luna se adueña de mi demencia este mundo aprovecha adueñarse de mis pasos.
La luna de a pocos se torna otra vez importante y alebresta al mundo; las ansias de vivir, las ansias de morir, el destino y la desgracia nos colman la paciencia; un hilo de oro nos jala a la vida, a la muerte, al destino, a la desgracia, nos trae al siniestro hombre, al hombre que juega a ser hombre en manos del hombre.... y todo en una sola noche.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Se quedó sin palabras la palabra, sus signos vitales se perdieron, la palabra murió.
Muchas veces las palabras mueren con la vida, con el amor, pues cuando se entrega el pecho al viento o a otro pecho, las palabras sobran, y tu aliento se llena de vida, se llena de amor.
Muchas veces las caras hinchadas en tonos rojos, naranjas y rosas, brillosas por el sudor de lo grotesco, desaparecen al igual que los ojos saltones tras la negación de su existencia, pero no muchos saben decirle a los gortescos que no existen, que no valen, por eso siguen existiendo.
Muchas veces no podemos caminar hacia la pobreza y decirle que está coja, mirar a los ojos a la guerra y decirle que está ciega, tomar en los brazos a la angustia y decirle que está sola, hablar hasta quedar sin palabras pues la vida y el amor nos han dejado a la deriva del grito, nos han hecho callar ante lo desaparecido.

domingo, 16 de agosto de 2009

No quiero abrazarme nunca a un cuerpo de piedra,
no me es posible, y mi convicción no me lo permite.
No quiero vivir en vano, no quiero,
quiero entregarme al verdugo de la vida,
al látigo habilidoso que se hace llamar día,
a los clavos en el suelo, malditos segundos inquietos.
No quiero morir en vano, no quiero,
quiero entregarme a la muerte flotando,
entregarme al aplauso seco del final,
a la algarabía que se hace llamar libertad del alma,
al soplo divino, bendita eternidad.